Sé que puedes hacerlo y, en el fondo, tú también lo sabes. Pero muchas veces te olvidas de creer en ello.
Sobre todo cuando vas por debajo en el marcador, cuando fallas bolas que no estás acostumbrado a fallar, cuando no llegan los buenos resultados.
Billartista, el truco para no rendirte nunca (en la mesa y en la vida) se llama creer. Creer que todavía puedes remontar, creer que el fallo es parte del acierto, creer que los buenos resultados llegarán o creer que, aunque sea muy difícil, esa bola entrará.
Los billartistas campeones, los que se llevan las copas grandes, lo hacen porque creen más que nadie que lo conseguirán. Mientras están sentados en la silla viendo cómo el rival enchufa una tacada tras otra, ellos todavía creen que podrán entrar a jugar, que les llegará la oportunidad y que podrán enchufárselas después. Quien rie último rie mejor.
Creer tiene solo cinco letras pero es algo tremendamente complicado. A la mínima que te despistas, tu mente te pide dejar de creer, quiere que te rindas, que tires la toalla.
Creer cansa. Creer es agotador. Y creer es a veces muy frustrante. Pero no hay otro camino que ese. Déjame ponerte un ejemplo.
En mi último entreno me pasé 45 minutos repitiendo el mismo ejercicio. No había forma de completarlo. Lo intenté 30 veces y nada. A falta de dos o tres bolas, otra vez la cagada. Pero nunca dejé de creer que, tarde o temprano, lograría terminarlo con éxito.
La penúltima vez que lo intenté, salió casi perfecto. Casi, porque después de meter 11 bolas, fallé la definitiva. Otra vez a empezar de cero, y es un palo cuando has empezado de cero 30 veces ya.
Sin embargo, a la 31, eso que había creído que tarde o temprano pasaría, pasó. Conseguí terminar el ejercicio y con varios recovery shots de los que te ponen contra la espada y la pared. Aquí la muestra:
Creer es en el fondo confiar. En ti y en tus posibilidades.
Nadie más que tú sabe de lo que eres capaz, nadie más que tú sabe los conocimientos que has adquirido, las horas que has pasado en una mesa, las miles de bolas que has entronerado y la infinidad de campeonatos en los que has competido.
Unos más, otros menos, pero todos acumulamos horas de vuelo. En este caso, de juego. Una buena forma de confiar en tus posibilidades cuando las bolas no te ruedan bien, es pensar en ese bagaje.
La clave es poner toda esa experiencia a tu servicio e invocarla cuando más lo necesites. Creer es la mejor forma de pedirte ayuda a ti mismo. Y el primer paso para resolver cualquier problema.
Si no crees y confías tú, nadie lo hará por ti.
Nadie remontará por ti, nadie ganará por ti, nadie conseguirá buenos resultados por ti.
Solo si crees, tarde o temprano te llegará el momento. En el intento 31 o en el 300, pero llegará.