El ADN del billarista profesional

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¿Qué tienen en común Darren Appleton, Shane Van Boening, Shaun Murphy o Frédéric Caudron?

Que juegan de escándalo y que son billaristas campeones. Eso es, profesionales como la copa de un pino que destacan en sus respectivas modalidades.

¿Y qué han hecho y siguen haciendo para estar en lo más alto? Entrenar duro, competir un montón, aprovechar las oportunidades, perder mucho y no tirar nunca la toalla. Comportarse como auténticos deportistas, vaya.

En el post de hoy destaco 10 características que comparten los jugadores top para que aprendamos de ellos. Este es el ADN del billarista profesional:

1. Hace fácil lo que parece difícil

Cualquier genio convierte en simple lo que para el resto sería sumamente complicado. El billarista profesional procura jugar siempre fácil, escoger el camino más corto, mover la blanca lo mínimo, asegurar al máximo cada tiro y reducir las posibilidades de fallar prácticamente a 0.  No es la ley del mínimo esfuerzo, es la ley del billarista inteligente.

2. No busca excusas, busca soluciones

Ponme una excusa o búscame una solución y te diré qué clase de billarista eres. Para los campeones no existe lo primero. Nada se puede justificar con tonterías como “el tapete no corre”, “la mesa está desnivelada”, “es que no dormí bien” o “no he tenido suerte”. L@s billaristas que destacan buscan siempre una solución después de fallar o perder. En vez de perpetuarse en el error, rápidamente encuentran la forma de remediarlo.

3. Falla, pero no repite errores

Después de errar una bola o perder un partido, analiza las causas, llega a una conclusión y aplica un cambio para corregir ese fallo o esa derrota. Esa es la razón por la cuál el billarista top también falla, pero nunca repite los mismos errores. Se anticipa a ellos.

4. Siempre sigue la misma rutina

Cada uno tiene el suyo, pero todos practican un ritual sagrado. Siempre pone tiza de la misma manera, siempre lima de la misma manera, siempre calienta de la misma manera, siempre sabe qué hacer exactamente después de un fallo. No es que quiera ser un robot, es que es el único camino que conduce al estado de fluidez que todo billarista desearía.

5. No subestima al rival

Por muy inferior que sea, un billarista profesional no subestima a su rival. Jugará al máximo, como siempre, y evitará relajarse. Da igual quién esté enfrente. Un 7-0 es mejor que un 7-3, así que si puede buscará la victoria por la vía rápida.

6. El juego mental es sagrado

Como cualquier otro deportista de alto nivel, el billarista pro entrena tanto o más fuera de la mesa que dentro de la mesa. Gestionar correctamente las emociones y los pensamientos es igual de importante que tener una buena técnica. Por eso trabaja para dominar cuestiones psicológicas como la motivación, los miedos, la concentración o la confianza.

7. Bajo presión, se crece

Cuando debe sacar su mejor juego es cuando lo saca. Cuando hay presión, el jugador de nivel se crece. Esas situaciones lo estimulan, lo motivan para demostrar de lo que es capaz. Muchos billaristas necesitan este tipo de momentos para exprimir todo su potencial.

8. Su confianza no solo depende de los resultados

Quien basa su estado de confianza sólo en los resultados está condenado a vivir en una montaña rusa. Cuando gane se sentirá bien pero nadie es capaz de ganar siempre. Por eso los profesionales no basan la confianza solo en los resultados. También la miden en función de sus entrenamientos y sus capacidades. Ganar no sólo depende de ti; entrenar correctamente y mejorar tus habilidades, sí.

9. Se deja la piel

Compromiso absoluto. Hay que cumplir con los entrenamientos para rendir al máximo. Y una vez en competición hay que darlo todo. No vale regalar la última bola o tirar la toalla cuando pierdes 8-1 yendo a 9. El billarista pro se deja la piel. Por eso algunas veces acaba ganando 9-8.

10. Acepta las derrotas

Un campeón sabe perder y sabe elogiar al rival. Por eso acepta cualquier derrota. Ya lo hemos dicho en el punto 2: no busca excusas, buscas soluciones. Y por eso no suele repetir errores. Perder se convierte en una gran motivación para ganar el siguiente.

 

Ser un billarista profesional es muy bonito pero también muy exigente. O te dejas la piel o no llegas. ¿Estás dispuesto a luchar por tener el ADN de campeón?

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