A partir de hoy, cada lunes publicaré una entrevista a un billartista. Normalmente será jugador, pero a veces también alguien que disfruta este deporte de otra manera. Con una cámara en vez de un taco, como JP Parmentier, por ejemplo. Al final del año habremos conocido a 52 amantes del billar que nos habrán dado unas cuantas lecciones. Aquí tienes la primera de ellas.
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Marc Codina (Terrassa, 1990) lleva cuatro años viviendo un sueño: el de ver crecer su propia sala de billar. En 2008 convenció a sus padres para que montaran una en Terrassa y en 2012, después de muchas trabas, nació Strike Pool, uno de los mejores clubes de billar de Catalunya, si no el mejor. La vida del joven Codina se ha visto transformada con el billar y con la apertura de la sala. Para él han sido cuatro años de aprender, sufrir y disfrutar a partes iguales. De mucha presión. Esta es la historia de un extraordinario billarista que se machaca cada día para ser mejor dentro y fuera de la mesa. Y que lo consigue.
David: El destino quiso juntar a Marc Codina con el billar. ¿Cuándo ocurrió eso?
Marc: Allá por 2006, con 16 años, descubrí que en la calle Salmerón de Terrassa había un club de carambolas, el del maestro Valerià Parera. Un día acompañé a un amigo al local y a él no le gustó demasiado, pero a mí me fascinó. Desde entonces empecé a jugar, recibí algunas clases y me enganché. Al poco tiempo ya estaba compitiendo en la liga por equipos. Pero lo de ser el único joven entre muchos veteranos no terminaba de gustarme.
Entonces, te topaste con el billar francés antes que con el americano.
A los seis meses de jugar a carambolas, fui a la sala Ars de Barcelona. Me picaba el gusanillo del billar americano porque me parecía mucho más divertido que jugar a libre. Además, para muchos era más importante ganar que enseñar. Por eso sin dejar del todo las carambolas, me aficioné al pool gracias a un par de cursillos que hice con David Simón y Pablo Díez. Fue un flechazo, me encantaba jugar.
Para un joven de 16 años, no es lo mismo jugar en un club social que en un bar. ¿Qué decían tus padres de entrenar en Barcelona?
Lógicamente, les gustaba más el ambiente tranquilo del club de Terrassa que el ruido y el humo del Ars. Además, mi padre había jugado antes a carambola y apreciaba esa modalidad. Pero lo importante es que a mi me encantaba el pool y disfrutaba jugando en el Ars. Tuvieron que aceptarlo.
¿Cómo fue tu progreso?
Subí de nivel bastante rápido. Poder entrenar con jugadores de la talla de David Alcoberro me ayudó mucho. Jugaban a machacar y eso me hizo crecer. Jugué varios campeonatos, incluido el Interclubs, pero al año de competir tuve que dejarlo. El club estaba lejos de casa, jugar en Barcelona era caro y algunos torneos dejaron de hacerse. Después de toda la euforia, con 17 años me quedé un poco chafado por no poder seguir jugando.
Y pensaste, pues por qué no montamos una sala nosotros.
Así es, prácticamente en esa misma época, en 2007, empezamos a plantearnos abrir un club. Se lo propuse a mis padres y les pareció bien lo de crear un sitio con buen ambiente de billar. Era un sueño. Pero pronto nos dimos cuenta que hacerlo realidad iba a ser muy complicado. Se juntaron muchas barreras: la crisis, la gran inversión que suponía, los intereses de mucha gente y también las dificultades para encontrar un buen local. Por eso tardamos cinco años en lograrlo. Casi de casualidad, en 2012 encontramos un local de 400 m2 en la calle Arquímedes 239 y enseguida supimos que ése era el lugar perfecto. Coincidió que yo acababa de terminar de estudiar Diseño Gráfico Publicitario. En cinco meses ya estaban montadas las mesas.
El 30 de noviembre de 2012 inaugurásteis Strike Pool Terrassa. ¿Qué recuerdas de ese día?
Prisas, nervios y mucha ilusión. Donde antes había una tienda de muebles, ahora había cinco mesas de 7 pies, tres de 9 pies, una grand match de carambolas y una Riley de Snooker. No me lo creía. Ese día vino el concejal de deportes, abrimos las mesas para que todo el mundo pudiera jugar y la sala se llenó. Todo el esfuerzo valió la pena. A veces me pregunto porqué después de todos los palos que recibimos, no abandonamos el barco. Seguramente la ilusión de hacer algo en familia con el billar nos hizo seguir.
Sin embargo, y por desgracia, el billar difícilmente puede ser un negocio en sí mismo. ¿Cómo lo hacéis sostenible?
El billar es el centro de todo y nuestra gran apuesta. Pero de las cuotas de los socios y de los campeonatos no viviríamos, necesitamos la barra. El billar es un proyecto de futuro que requiere un proceso muy lento, y por eso dedicamos muchos esfuerzos a formar a jóvenes. Mientras tanto tenemos que sobrevivir con el bar, pero sin dejar de lado que hay que mantener el mejor ambiente posible para que los billaristas se sientan cómodos.
¿Cómo te ha cambiado la vida Strike Pool?
Ha sido una transformación brutal. Estos cuatro años me he sentido descolocado, mi vida ha cambiado muchísimo. Estar cada día en la sala no es tan bonito como parece y se hace duro. He sentido mucha responsabilidad y me he comido bastantes palos. Nada me ha llenado como el billar, pero algunos días preferiría desconectar e irme de excursión con mi novia antes que montar el taco.
Sin la barra no viviríamos, el billar es un proyecto de futuro que requiere un proceso muy lento
¿Demasiadas expectativas?
Cuando abrimos la sala, hacía cinco años que no cogía un taco. Iba con mucha ilusión, pero llevaba demasiado tiempo sin jugar. Tuve que entrenar mucho y muy solo para pasar de tercera a primera en menos de un año. Y me fue bien porque al poco tiempo alcancé unas semifinales en 2ª de KatPool. Pero durante todo este tiempo he sentido que cuando mejor jugase yo, más fácil sería para la sala. Y se ha convertido casi en un trabajo. Cada día me levanto y pienso que debo ser mejor. He tenido la obligación de demostrar, de jugar bien y de no fallar ante las expectativas. La gente necesita que ganes para ver que vales un poco.
Este año te han llegado algunas recompensas.
Ha sido un gran año, me lo he pasado muy bien y además han llegado buenos resultados. Estoy muy orgulloso de la evolución. Ganar en Puigcerdà y llegar a las semifinales del Cataluña Pool Tour me ha dado mucha energía para seguir entrenando fuerte como hasta ahora.
He sentido que cuando mejor jugase yo, más fácil sería para la sala. Y se ha convertido casi en un trabajo. Cada día me levanto y pienso en entrenar para ser mejor.
No ha sido casualidad, esta temporada has trabajado el juego mental más que nunca.
Que tu pareja sea psicóloga ayuda mucho (risas). Además, he leído algunos libros de psicología deportiva y he trabajado con Héctor Sanz, que me ha orientado muy bien para auto-analizarme y saber qué debo corregir. Siempre me he obsesionado mucho con la técnica, pero es más importante dominar la estrategia del juego. Debes buscar dentro de ti y ver cómo estás más comodo. A partir de ahí, tira adelante. Aunque en tu técnica haya defectos.
En junio jugaste el Deurne City Classic de Holanda. ¿Cómo fue la experiencia?
En Holanda noté que con motivación y bajo presión puedo responder muy bien. Pude sacar mi mejor versión y logré pasar al cuadro final de 32 en bola 9. Para clasificarme tuve que ganar a un belga muy duro, Tom Penrows (9-4). Prácticamente no fallé ni una bola. El hecho de no saber quién era él antes de jugar y tampoco que era el partido definitivo para el pase seguro que me ayudó a jugar perfecto.
¿Qué tal es ver a los fenómenos del Snooker en directo en el Campeonato del Mundo de Sheffield?
Una auténtica pasada. Me esperaba que jugasen así de bien, pero imaginarte en la piel del jugador cuando apagan las luces de la grada y solo queda la mesa iluminada es brutal. El ambiente es muy íntimo. Cuánta experiencia necesitas para ser capaz de jugar bien en ese contexto. Y además en un juego que no tiene ningún margen de error. Una de las cosas que más me sorprendieron fue la calidad del golpeo, la sensación que dan es que aunque tiren fuerte, el movimiento es suave. No se preocupan por nada, visualizan el tiro y lo ejecutan. Sheffield es impresionante.
Y para rematar el año, tu primer Eurotour.
Jugar en Treviso fue una experiencia increíble. Y poder competir en tres partidos (gané el primero) para mi ya fue mucho. El ambiente, las luces, todo es súper imponente. Te inspira y te motiva. Estar jugando, levantar un poco la cabeza y ver que a un lado está Feijen, a otro Ouschan y más allá Ortmann es brutal. En ningún sitio he sentido tanta presión como ahí. No es casualidad que los jugadores que siempre están arriba son los más fuertes mentalmente.
A veces nos metemos mucha presión queriendo hacerlo demasiado bien. Y no tienes que ser un billarista perfecto, tienes que ser tú.
Cuando llegas a un nivel alto, cada vez es más difícil progresar. ¿Dónde crees que está la clave para exprimirte al máximo?
El hecho de querer ser una máquina en este juego no sirve de nada. Haciendo lo mismo, un día puedes jugar estar jugando de pena y al rato meter ocho tacadas seguidas. Cuando eres capaz de fluir sin pensar, todo sale. A veces nos metemos mucha presión queriendo hacerlo demasiado bien. Y no tienes que ser un billarista perfecto, tienes que ser tú. La clave es no dejarte influir por nada. Está muy bien que miremos videos y que queramos aprender nuevas cosas, pero no hay que caer en el error de ser otro billarista. Si eres capaz de encontrar tu juego, tu limado, tu ritmo, estarás haciendo lo que eres tu y tarde o temprano fluirás.
Strike Pool es también una cantera para jóvenes. ¿En qué os inspiráis para montar la escuela de billar?
¿Cuántos jugadores fuertes hay en Estados Unidos? Pocos, comparado con la enorme cantidad de billaristas que hay. Siendo países más pequeños, en Holanda o Polonia, allí hay muchos más. Está lleno de jóvenes. El billar es una actividad estraescolar, está apoyada por una federación y se hacen competiciones de júniors con 1.000 jugadores. Te salen niños billaristas de debajo de las piedras. Es cuestión de tener una organización que te dé apoyo. No es lo mismo querer hacer clases sin federación atrás que hacerlas sin ningún apoyo. No es lo mismo para un niño saber que si gana un europeo tiene un año de billar pagado, que no. Nosotros trabajamos sin apoyos pero algún día esperamos tenerlos.
¿Qué aprendes enseñando a niños?
El hecho de mostrar el billar a niños me ha ayudado mucho, eres capaz de proyectar, aprendes a ser más respetuoso y a admitir cuando la has cagado e intentas darles lo mejor que tienes. Ves que a los niños les cuesta mucho menos pasárselo bien. Aprenden muy rápido la técnica, pero cuesta mucho enseñar respeto. Cuando pierden, se enfadan y lloran. También debes ir con cuidado con lo que haces delante de ellos, porque te imitan en todo. Eres su modelo.
Además de seguir creciendo con la escuela de billar, Strike Pool tendrá una novedad importante en 2016. ¿Cuál es?
Queremos crear un ambiente más íntimo en el bar y sustituir la mesa de Snooker por otra de 9 pies de pool, para que sea más rentable. Donde ahora tenemos la Riley en pocas semanas habrá una Dynamic III con butacas y cámara. El objetivo es poder hacer más campeonatos de pool en 9 pies y que la gente sienta que está jugando en una mesa profesional.
Vamos con los tiros picaditos:
Mi billarista favorito es…
Niels Feijen. De lejos es quien tiene el golpe más depurado, más fino. Cuando tira la bola se desliza sin esfuerzo.
Mi torneo favorito es…
La World Cup of Pool, por ser la más televisiva de todas. La gente se identifica mucho con su país.
Juego con…
Un taco personalizado de Joel Dadivas con una flecha Mezz.
Al jugar siento…
Que es la única cosa de este mundo que me permite perder la noción del tiempo. Puedo jugar cinco horas seguidas sin pensar en nada.
Sueño con…
Llegar a competir con los pros. Debes poder ser competitivo con los buenos. Luego ya verás si puedes ganar o no, pero al menos dejarme ir y plantarles cara.
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Strike Pool no sólo ha cambiado la vida a Marc Codina. También a mí. De no ser por ellos, mi Bear todavía estaría cogiendo polvo en el trastero. Esa sala despertó de nuevo mi pasión por el billar tras cuatro años sin jugar. Tampoco existiría este blog. Alfons, Carme, Marc, mil gràcies.
Fotos del gran JP Parmentier