¿Por qué fallo después de dos series seguidas?

De los creadores de “sabía que la fallaría”, hoy analizamos el misterio de la tercera tacada fallida.

¿No te ha ocurrido nunca que vas viento en popa, has clavado dos partidas impecables, tienes la tercera en bandeja, pero un fallo tonto inesperado te rompe la racha?

A mí sí. Mucho.

¿Por qué?

Porque en mi cabeza le di más importancia a las dos series seguidas en vez de a lo que debía hacer para lograr la tercera.

Por las dichosas expectativas, vaya.

El billarista pensante

En anteriores artículos ya avancé que todos tenemos dos yo’s billarísticos:

  1. El que piensa, reflexiona y da mil vueltas a cada tiro
  2. El que simplemente juega

Cuando estamos en racha, cuando todo sale bien, cuando la dinámica es positiva, es porque el 2 ha sabido sobreponerse al 1.

En cambio, cuando pensamos demasiado en el rival, en la gente que mira el partido, en el resultado, en los anteriores partidos contra el mismo jugador… el billarista 1 roba todo el protagonismo al 2. Y no nos deja hacer lo que verdaderamente importa: jugar.

El problema és que controlar el 1 es muy difícil. Súper difícil. Por eso nos juega tan malas pasadas.

Volvamos a la tercera partida tras las dos series seguidas.

Cuando todo sale bien, el billarista pensante te lanza mensajes de alerta:

“Cuidado, lo estás haciendo muy bien”

“Ojo, no vaya a ser que la cagues ahora”

“Tienes la tercera serie en bandeja, no te olvides”

Ese tipo de mensajes es lo que muchas veces nos provocan el fallo tonto en la tercera partida.

Si no somos capaces de gestionarlos y de ser conscientes de que esos inputs no nos aportan nada, esos pensamientos consumen nuestra energía, nuestra creatividad. Nos bloquean.

Cuesta de creer que tengan el poder de hacernos fallar cuando lo metíamos todo, pero es así.

Es como si alguien del público soltara en voz alta tras el saque: “Te ha quedado perfecto para hacer la tercera serie”. Ya sabes que eso te pone presión, te genera expectativas, te impone la obligación de terminar la partida porque apriori “está hecha”.

Los pensamientos tienen el mismo efecto. La única diferencia es que no los suelta nadie, los sueltas tú mismo.

Al listo del público que hizo ese comentario podemos decirle que no siga molestando y quizás dejará de hacerlo. ¿Pero a nuestros pensamientos, podemos decirles que no sigan molestando? Se reirían de nosotros.

Como es súper complicado controlar todo lo que entra en nuestra cabeza, me conformo con saber gestionarlo. No con eliminarlo, sólo con tenerlo en cuenta y actuar.

Sé que voy a tener pensamientos de ese tipo siempre. La única solución es aprender a convivir con ellos, saber qué hacer cuando llegan. Y eso pasa, primero, por ser consciente de que existen.

Por eso cuando me llega uno de esos mensajes de alerta, lo primero que hago es detectarlo y decirme a mí mismo: “Vale, David, un pensamiento negativo ha tocado el timbre. Dice que tal (a lo que se refiera ese pensamiento). ¿Le abro?”. Si creo que ese mensaje no me aporta nada, no le abro la puerta. Si creo que me puede ser útil, dejo que pase y aprendo de él.

En el fondo se trata de filtrar todo lo que entra en tu cabeza, quedarte con lo estrictamente necesario y apartar el resto.

No, no es una chorrada.

El billar es un juego mental. Si no das importancia a este tipo de cosas, sencillamente nunca te acercarás al éxito.

Falta de costumbre

¿Cuántas veces has hecho tres o más tacadas seguidas?

En competición, me refiero.

Ahí también hay un motivo evidente que explica el fallo en la tercera serie.

A veces nos ofuscamos porque fallamos la tercera sin tener en cuenta que nunca en torneo hemos hecho tres tacadas seguidas.

¡Normal que falles si no tienes esa costumbre!

Los pros están muy habituados a limpiar mesas. Para ellos es lo normal: cuando las bolas están abiertas, es mucho más probable que las terminen a que fallen un tiro.

Los no tan pros, no. A veces terminan alguna partida bien, pero en general no hay ese hábito de hacer series como churros o de estar mucho tiempo sin fallar una bola.

Es importantísimo cultivar esa costumbre a base de mucho entreno, mucha práctica y mucha competición.

Cuando te habitues a hacer series, verás como muchos de esos pensamientos negativos ya ni siquiera te llegan, porque se habrá convertido en algo normal. En algo cotidiano. En algo frecuente.

En resumen

  • Todos tenemos dos billaristas, el que piensa (1) y el que juega (2): se trata de que el segundo pase por encima del primero.
  • Cuando pensamientos negativos toquen el timbre, ábreles o no la puerta en función de si te son útiles.
  • Si no estás acostumbrado a hacer tres series seguidas, es normal que falles: hay que cultivar el hábito.

PD: Puedes ver el fallo en la tercera serie de dos maneras: uno, como un fracaso (porque la cagaste cuando lo tenías fácil); o dos, como un éxito (porque has logrado dos partidazas). Tú eliges.

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