Me gustaría estar jugando en esas mesas Sam. Me encantaría hacer rodar esas Aramith Pro Cup recién estrenadas en el impoluto tapete Strachan. Me contentaría ver reflejada alguna de mis partidas en la pantalla del livestream. Pero hoy no soy jugador, sino espectador. En vez del taco y la tiza, mis manos sujetan un boli y una libreta: lo justo para ver la fase final de la Superlliga catalana de Blackball 2014-2015 con un ojo de billarista y otro de periodista. Y contarlo aquí, ahora.
Mirar no es jugar, pero si amas el billar también disfrutas viendo cómo juegan y disfrutan otros billaristas. Hoy gozo con el desparpajo de las jóvenes promesas, con la pasión que todavía guardan los más veteranos, con los gritos que pegan los equipos cuando su júnior mete la negra y con la ejemplar organización de la novena edición de este torneo por equipos celebrado en Sabadell (Consell de Joves), uno de los epicentros del billar inglés en Catalunya. Esa modalidad invisible para el resto de España que se juega con bolas amarillas y rojas.
28 conjuntos disputan la fase final. 12 de ellos pasaron la primera ronda ayer sábado y, sumados a los cuatro cabezas de serie, conforman los octavos de final. Cuatro rondas les separan del premio reservado para los dos finalistas: una plaza para el Catalonia Pool Festival 2015 de Salou, premio al que aspira prácticamente cualquier equipo por dos motivos: uno, porque la distancia es sólo dos ganadas; y dos, porque en cada equipo ha de haber al menos un novel, un segunda y presencia femenina o sénior.
[box type=”info” size=”medium”]DINÁMICA DE JUEGO
Cada uno de los 4 jugadores del equipo disputa un partido a dos ganadas contra el del otro conjunto. Quien gana el encuentro al mejor de tres frames suma un punto para su equipo. Para pasar ronda se han de conseguir al menos 3 de los 4 puntos en juego. Si hay empate (2-2), vuelven a repetirse los enfrentamientos a una partida. Y si sigue habiendo empate, se repite el primer enfrentamiento de nuevo a una partida. [/box]
Encuentros igualados, sorpresas y emoción a flor de piel. Es lo que hace única esta competición: los menos buenos pueden ganar; los más buenos pueden perder. Todos son favoritos. Más de un centenar de personas, entre jugadores que no juegan y acompañantes, transmiten entusiasmo y compañerismo desde la grada. “¡Vamos Toni!”, grita el equipo Born to Shoot después de que su novel entre la última negra para ganar su partido 2-1. Con la euforia, el joven celebra la victoria con el público y se olvida, por un momento, de dar la mano al rival que acaba de batir. Un gesto que rápidamente corrige porque, en este deporte, tender la mano al contrincante antes y después del encuentro es sagrado.
Toni es muy joven pero no es el más joven. Le arrebata el puesto Pere Alcázar júnior, con 12 años. Juega con su padre desde los nueve y juega muy bien. Bastante mejor que muchos otros más mayores que él. Es puro nervio sobre la mesa, un killer capaz de entrar bolas imposibles y encadenar varias tacadas seguidas sin perder la serenidad necesaria. Veo que muchos ya lo conocen, ya saben quien es y cómo las gasta: “Mira ese chaval cómo juega… Y sólo tiene 12 años”, comentan entre el público. Pere me recuerda mis inicios, pues yo también empecé a coger el taco a los nueve. A esa edad tu única preocupación es jugar y la presión todavía no ha conquistado tu cabeza. Puede que ya la sientas, pero más por el entorno, por la gente que te rodea, que por ti mismo. Pere, a quién le encanta el Snooker y Ronnie O’Sullivan, es la revelación, la promesa, el futuro y el presente del Blackball catalán.
Como también lo son otros dos júniors de 18 años que juegan en su mismo equipo, Dani Blanca y Marc Roselló. Los tres han tenido y tienen un gran maestro, el jugador y entrenador de la BlackBall Farm Aram Bernaus. Su conjunto tiene por nombre la escuela de billar que ha montado Bernaus en Carme para formar a grandes jugadores, desde jóvenes y no tan jóvenes. En cada partido los motiva y los apoya como si fueran sus hijos. Hoy está más preocupado de que disfruten y aprendan ellos, sus alumnos, que de disfrutar él. Tal vez lo esperan pero todavía no saben que hoy llegarán muy lejos, que será un día para recordar.
“El Billar me ha dado vida, soy más feliz que antes” — Eduard Poquet, 74 años.
Quien disfruta, pero en este caso coordinando todo este tinglado, es Joan Marminyà, siempre en la sombra del torneo, siempre omnipresente. Es el responsable —o, como dice él mismo, el “irresponsable” de todo—. Sin él no existiría la Superlliga ni el Catalonia Pool Festival, torneo al que cada año acuden jugadores internacionales. Organiza, pone las mesas, controla todos los detalles y se desvive porque este campeonato no sea uno más. Por eso —y con el apoyo de unos buenos ayudantes como Xavi Aguilar y Vicens Escobairó— hoy las partidas pueden seguirse en directo por internet vía streaming, por eso en las paredes hay tres pantallas que muestran lo que pasa en cada mesa, por eso hoy se juega con bolas y tapetes profesionales y por eso hoy los 64 jugadores se sienten importantes.
Uno de esos 64 participantes es Eduard Poquet, el más veterano, que juega con el equipo de El Ciervo. Viéndolo jugar no pensarías que carga una mochila de 74 años. “El billar me ha dado vida, soy más feliz que antes”, confiesa Poquet. Dicen los que lo conocen, como Jordi Tarragó, que el billar le ha quitado 10 años de encima, y tal vez se quedan cortos. Lo normal hubiera sido que este sabadellense llevara jugando media vida o vida entera, pero no es el caso. Poquet es un novel, el novel más veterano. Su nieto, el jugador Aleix Bagan, lo introdujo en el Blackball hace año y medio y desde entonces no para de jugar en el teatro El Ciervo de Sabadell, en el Mil21, en la Lliga del Vallès, en la Superlliga de hoy o dónde sea que haya una mesa. Sólo hay algo que le guste tanto como el billar: bajar a pescar doradas y lubinas a La Rápita.
Con el Barça-Madrid en marcha, ya hay cuatro semifinalistas. Importa más el pase al Catalonia Pool Festival que el Clásico. Por eso la competición sigue su curso mientras Suárez marca el segundo para los de Luis Enrique. Así, Blackball Farm se impone por 3-1 a Speak Pool en la primera semifinal, mientras que Born to Pool hace lo propio contra Born to Shoot por la vía rápida, 3-0, en la segunda.
Sólo un equipo puede ganar la Superlliga, y en esta novena edición del torneo lo ha logrado uno de los máximos favoritos: Born to Pool. Sus integrantes hicieron los deberes en la liga (quedando primeros del grupo B) y cerraron un gran examen final, aunque necesitaron el desempate para derrotar (3-1) a los jóvenes del Blackball Farm encabezados por Aram Bernaus. Aún así, en el campeonato de hoy han ganado todos: los noveles, los veteranos, las billaristas, los acompañantes, los del streaming y, por supuesto, la organización. Porque todos formaron parte de lo que fue una bonita fiesta para el Blackball catalán. Y pronto será un gran festival.