El aplauso del billarista

Es uno de los gestos más nobles y elegantes del billar. Una forma de elogiar y admirar una gran jugada del rival, aunque con ella éste te haya noqueado. Los billaristas somos muy competitivos, pero también sabemos disfrutar con el juego del (o la) contrincante. Por eso a menudo nos gusta aplaudir el éxito del compañero al que nos enfrentamos. Y así es como lo hacemos.

Aprendí a elogiar una buena jugada del rival cuando tenía ocho años. Mi hermano Kiko y mis mentores —Miguel Gener y Toni Pons—  me enseñaron que debía aprobar un gran tiro con un triple chasquido de los dedos medio y pulgar. Era una buena forma de mostrar respeto y cortesía. Desde entonces siempre lo hago. Me gusta hacerlo y me gusta que también lo hagan los demás.

Con el paso del tiempo y mi experiencia como billarista aprendí que el chasquido de dedos es sólo una (muy frecuente, eso sí) de las múltiples formas de aplaudir que tenemos los jugadores de billar. Uno también puede transmitir el elogio golpeando levemente la porra contra el suelo o chocando la tiza contra la parte gruesa de la flecha del taco. Todos esos sonidos simples y sutiles significan lo mismo: gran tiro.

En Snooker es muy popular el triple golpeo suave de la flecha contra la banda de la mesa. O el mismo gesto, pero con los nudillos, la yema de los dedos o la tiza. Se emplea, sobre todo, tras una gran defensa del contrincante. El otro jugador entra en la mesa y, antes de pensar cómo salvará la bola, hace el gesto mágico de elogio. Es sagrado.

Este tipo de gestos son fascinantes, aunque por desgracia no siempre se ven. Hay quién todavía no ha aprendido a saber perder, a transformar la envidia en admiración o simplemente a quitarse el sombrero como lo hace un jugador de Snooker cuando su rival logra un Maximum Break. Aunque duela por dentro, hay que saber reconocer el buen trabajo ajeno. En el billar y en la vida.

Siendo compañeros de afición o de profesión como somos, deberíamos elogiar siempre y sin excusas una gran jugada del rival. Aunque nos pese. Aunque escuece. Primero felicita a tu contrincante. Luego ya pensarás como salvar el Snooker. Y cuando lo salves, el rival te aplaudirá a ti. Ahí está la magia del billar que debemos seguir transmitiendo de generación en generación.

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