El día que Barry Hearn se decida definitivamente a liderar el negocio del pool, el billar americano empezará a ser un deporte global, profesionalizado y mediático. Mientras eso no ocurra, seguiremos teniendo torneos con reglas distintas, pocos eventos de calidad, jugadores confundidos porque no hay un calendario fijo y escasa presencia en los medios.
El pool necesita que alguien como el jefe de World Snooker marque la pauta. No me gusta la idea de que una empresa privada mueva los hilos de un deporte como el nuestro, pero tal vez no nos queda otra. Está claro que desde que Hearn cogió las riendas del asunto, el Snooker no ha hecho más que crecer: más torneos, más premios, más cobertura televisiva. Una gozada para el espectador, vaya, aunque más de un jugador reniegue por el imparable ritmo de competición.
La World Cup of Pool, el World Pool Masters y la Mosconi Cup son desde hace años los mejores torneos del circuito profesional de pool. No es casualidad: los organiza Matchroom, o sea Barry Hearn. Son geniales, pero solo hay tres por temporada. Imagínate si hubiera 10 o 12 eventos como esos cada año.
Ya lo advertía Darren Appleton, los dos grandes problemas del billar americano son la falta de estructura y la enorme desorganización. Cada torneo se monta de forma distinta en función de quién lo organiza y con normas diferentes dependiendo de la región (9 avanzado sí o no, magic rack sí o no, bolas cantadas sí o no…). Lógicamente eso genera descontrol y confusión, entre los propios jugadores y, sobre todo, entre los espectadores.
¿Con qué reglas juegan? ¿A cuántas partidas van? ¿Dónde puedo ver el torneo? ¿No hay indumentaria obligatoria? Todas esas dudas típicas de las competiciones de pool no existen cuando hablamos de Snooker. Los torneos de World Snooker siguen un mismo patrón y una misma normativa (solo varía en la Championship League o en el Shootout). Siempre la misma indumentaria, siempre la misma puesta en escena, siempre las retransmisiones a través de Eurosport o la BBC, siempre los mismos premios y siempre un calendario fijo. Orden, en definitiva.
En eso también influye el factor británico: la elegancia, el respeto y la pasión que sienten los ingleses por sus mesas de 12 pies es inigualable. El snooker es deporte nacional, tiene mucha repercusión en los medios y un montón de aficionados. El pool también los tiene por todo el mundo, pero no existe ese sentimiento de pertenencia, o sí pero sólo en Filipinas. No sería fácil llenar teatros como el Crucible a 80 libras para ver billar americano, pero al menos hay que intentarlo como ya lo probó, sin mucha cabeza, Kevin Trudeau con la International Pool Tour (IPT).
Barry Hearn tiene 67 tacos y muchos frentes abiertos: Snooker, Dardos, Golf, Poker, Ping Pong, Boxeo… No creo que tenga tiempo ni muchas ganas de meterse en otro fregado como el de lisas y rayadas, pero si no es él, que sea al menos su equipo. El pool necesita un empujón para dejar de ser un hobby global y empezar a ser un deporte profesional y mediático. Hay potencial de sobra, solo falta voluntad.