Cuando no esperas ganar

David Muñoz campeón billar Catalunya Pool Tour

Tras diez horas de campeonato, seis partidos y con 5-5 en el marcador de la final, tenía en frente la bola 10 definitiva. La última, la decisiva, la de ganar. Esa bola que todos soñamos y que también tememos. Tenía que acabar dentro como fuese, aunque estuviera un poco escorada y aunque el corazón latiera demasiado rápido. Lógico, estaba muy nervioso y no recuerdo qué pensé en ese instante. Tal vez no pensé nada, simplemente disfruté esa última 10. Por eso acabó dentro.

Si ya has leído el eBook de los trucos para convertirte en un súper billarista recordarás el consejo número 12: aparta las expectativas. Éste es el párrafo que cierra el capítulo:

Si trabajas duro, si juegas como sabes, si compites bien, los resultados acabarán llegando sin que los busques. El día menos pensado te caerá una gran recompensa fruto de tu buen rendimiento. De hecho, a menudo ocurre que el día que menos te esperas conseguir algo (por ejemplo, ganar un torneo), es el día que acabas ganándolo.

Nada más lejos de la realidad. Ayer no esperaba para nada alzar la copa de campeón en la segunda prueba del Catalunya Pool Tour celebrada en la Sala Versus de Pineda, y sin embargo la alcé. Mi objetivo no era ganar, no era el resultado, sino simplemente desplegar mi juego y competir cada encuentro. Tras meses de trabajo y constancia, ayer conseguí ambas cosas y por eso llegó el premio: ganar el torneo.

Si el desenlace no pudo ser más feliz, el inicio fue bastante desastroso. En primera ronda perdí 5-1 contra Rubén Díaz mostrando un juego acelerado que no era el mío. Terminé ese encuentro noqueado y frustrado, tras muchos errores no forzados. A pesar de tener otra oportunidad, después de esa derrota me sentía fuera del torneo, incapaz de seguir jugando, mentalmente KO.

Llevo bastantes meses entrenando el coco para asimilar palos (en realidad, tonterías) como estos, pero todavía me sobrepasan. Es inevitable, nuestra mente es muy poderosa. Recuperarme de ese golpe me llevó dos horas. Por suerte, mi siguiente partido se demoró lo suficiente como para estar de nuevo a punto. Esto es lo que hice para recuperarme.

  • Escuchar música
  • Revisar mis objetivos
  • Releer el eBook.
  • Comer (bocadillo, zumo y kitkat)
  • Pasear por la playa de Pineda
  • Meditar
  • Escuchar más música

Los fantasmas de la primera ronda y de las derrotas en los anteriores torneos se esfumaron. A partir de entonces jugué como sé jugar, acepté todos los fallos y disfruté las cinco victorias:

  • 6-4 contra Daniel Sedó (dieciseisavos)
  • 6-0 contra Radu Turau (octavos)
  • 6-3 contra Sílvia López (cuartos)
  • 6-2 contra Raúl Martín (semis)
  • 6-5 contra Enrique Escudero (final)

La final fue el encuentro más apretado. Kike llevó la iniciativa en todo el set pero falló una 10 asequible para ponerse 5-4. Con ese resultado a mi favor saqué bien y tuve opción de rematar el partido pero erré la 1. Él limpió muy bien la mesa: 5-5. Volvió a sacar perfecto, como en todo el set, y tenía mesa abierta para terminar. Cuando parecía que todo estaba a su favor, una mala colocación provocó que fallara la 7. Era mi última oportunidad, así que debía aprovecharla. Hice un buen retroceso en busca de la negra, entré la 8 y la 9 bien pero me quedé un pelín corto para la 10.

Ahí llegó el momento decisivo, con la blanca a un palmo de la tronera central izquierda y la 10 en el punto del triángulo. Necesitaba un golpe seco en el centro y hacer salir la blanca a dos bandas. Un tiro típico, vaya, pero en una situación atípica para mí. Puse tiza dos veces, visualicé el recorrido de la 10 hasta la tronera y no pensé nada más que en disfrutar esa bola, la más gloriosa del día. Me agaché, limé —como siempre cuatro veces— y dejé fluir el taco. Por eso acabó dentro.

Aquí el vídeo de la final. Gracias por el streaming, Tanny 🙂

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