Da igual la modalidad. Puede ser en una mesa grande o en una pequeña, con troneras o sin troneras, con tres bolas o con 15, con lisas y rayadas o con rojas y amarillas. Pero tu hijo/a debería jugar al billar. Créeme, detrás de este juego aparentemente simple se esconde un deporte hermoso y una enorme escuela de vida.
Te lo dice alguien que disfruta del billar desde hace más de 15 años y que empezó a entrar bolas a los siete, gracias a su padre y a su hermano. Sí, mi padre fue el responsable de todo. Con la mesa que compró revolucionó la casa y el ocio de mis cinco hermanos. Luego uno de ellos, Kiko, me enganchó a mí. Y yo espero hacer lo mismo con mis críos cuando lleguen.
¿Por qué el billar puede ser bueno para cualquier niño o niña? Por muchas razones. Déjame que te las explique en este post.
No hay límites
El billar es apto para cualquier persona, independiente de su edad, altura o sexo. Lo pueden jugar tanto niños como niñas, tengan cinco, doce o 18 años. Es más, hay niños que con tres primaveras ya juegan al billar de escándalo, aunque apenas lleguen a la mesa para tirar. Difícil de creer, ¿verdad? Tienes la prueba en el vídeo.
Se divertirá
Antes de nada, cualquier crío necesita divertirse. Pasárselo bien. Y es evidente que el billar es ideal para ello. No hay más que ver la reacción de cualquier niño al encontrar una mesa de billar llena de bolas. Se volverá loco, las tocará y te suplicará que juguéis una partida. Eso mismo me pasaba a mi con siete años cuando iba a ver jugar a Kiko. Quedaba embobado con el juego y cada vez que tenía la opción de jugar, lo pasaba pipa. ¿Por qué divierte tanto? Es un juego muy adictivo, dinámico e imprevisible: nunca habrá dos partidas iguales.
Mejorará su coordinación
Vale, con el billar puedo entretener a mi hijo un rato. Pero luego, ¿qué? ¿No aporta más que diversión? El entretenimiento es sólo la punta del iceberg de este juego. Detrás de la diversión hay muchos otros factores de aprendizaje. Jugar al billar permite, por ejemplo, que los niños mejoren la coordinación entre ojo, brazo y mano dominantes. Eso es, cuando juegan en realidad están haciendo una triple conexión entre su visión (para apuntar), su brazo (que sujeta y balancea el taco) y su mano de apoyo (que sostiene la punta, la flecha). Eso les ayudará a llevar a cabo cualquier otra acción cotidiana de manera coordinada.
Aprenderá física y matemáticas
Este es un juego repleto de principios físicos y leyes matemáticas. Con el billar tus hijos aprenderán a calcular distancias, fuerzas, velocidades y parábolas. Además, algún día se darán cuenta de que la blanca no rebota igual cuando la golpeas en el centro que cuando lo haces a un lado. Y descubrirán que para hacerla retroceder necesitan pegarle abajo o que para llevarla hacia delante deben golpearla arriba. Lo que en clase parecía aburrido, en la mesa puede volverse divertido.
Recordará las cosas con más facilidad
En otras palabras: mejorará su memoria. El billar nos obliga a recordar y asociar un montón de cosas: el color y los números de las bolas, las jugadas, las reglas del juego, los tiros… Por tanto, es una forma excelente de ejercitar nuestro cerebro para memorizar y asimilar cosas.
Le ayudará a tomar decisiones
Durante una partida constantemente debes planificar y tomar decisiones. ¿Tiro esta bola o tiro la otra? ¿Me coloco para esa o para esa otra? ¿Dónde voy a entrar la negra? ¿Voy al ataque o hago una defensa? ¿Tiro fuerte o tiro suave? Poco a poco tu hijo aprenderá a tomar esas decisiones y cada vez las tomará mejor y más rápido. Lógicamente, elegirá muchas veces el camino incorrecto. Y eso es lo mejor que le puede pasar.
Aprenderá a ser honesto y respetuoso
El billar (no todo, claro) está rodeado de muchos valores imprescindibles para la vida. Los billaristas que amamos este deporte (la gran mayoría) somos honestos y respetuosos. Eso significa que elogiamos un buen tiro del rival, que cantamos una falta cometida aunque nadie más que nosotros la haya visto o que respetamos el turno del contrincante manteniéndonos quietos y en silencio. Cuando los niños entran en el mundo del billar también entran en un mundo de honestidad, disciplina y respeto.
Te sacará más de una sonrisa
Ver a un niño jugar puede resultar extremadamente gracioso y entrañable. Así que ver a tu hijo en plena acción te sacará más de una sonrisa. Como las sonrisas que provoca Adam Wynne allá dónde va.
Como ves, el billar es mucho más que ese juego de bar que se practica entre cervezas, humo y apuestas. Es un deporte noble con el que cualquiera puede aprender a afrontar situaciones complicadas, a tomar buenas decisiones y a desarrollar su fortaleza mental.
En fin, esto es todo lo que el billar me ha enseñado a mí y lo que enseña a todos los críos que lo practican. Espero haberte convencido para que sigas la rueda. Cómprale un billar pequeño y que empiece a tirar bolas en casa. Luego busca una buena sala y apúntalo (o apúntala) a una escuela de billar. En realidad, será una escuela de vida. Cuando sea más mayor te lo agradecerá.